miércoles, 23 de marzo de 2016

Declaración

Ya que mi vida es la misma de todos los mortales, ya que no está llena de aventuras; búsquedas de hostales, trabajos en el campo, buses equivocados en medio de la nada, decidí que por un tiempo no voy a escribir más... la verdad sea dicha, y es que, ya tenía botado el blog desde que llegué a Chile, y me sumí en la rutina del trabajo de oficina. Han pasado cinco meses desde que pisé suelo patrio, y parece que fue ayer cuando anduvimos por Centroamérica. 

Después que me despidieron de un trabajo terrible ¡gracias señor jefe! Estoy envuelta en emprendimientos, tratando de cuadrar las lucas que más faltan que sobran, y esperando que llegue Roman (faltan dos semanas, yeiii!) Armando la casa que será nuestro hogar en la quinta región, y soñando con viajes a través de fotografías o relatos de otros que han emprendido la ruta. 

Estoy bien, conforme... No podría decir, estoy la raja! No, claro que no lo estoy. La vida se transforma y me adapto de apoco, lleno mis espacios vacíos con recuerdos de travesías y personas inolvidables, de anécdotas y experiencias. Me repito a mi misma que lo más bonito de un viaje es que la memoria perdura, y que ese saborcillo de haber estado aquí y allá no te lo quita nadie (más bien te hace una persona bien especial, bienvenid@ al Club) 

Sigo contestando preguntas y consultas en mi correo personal tatianahevia@gmail.com o a través de los mensajes que llegan en las entradas. No dejen de escribir, nos inyecta muchísima energía.

Buenos viajes a tod@s!
Tatiana.


sábado, 6 de febrero de 2016

117 días en Chile y contando...

Hace cuatro meses que no escribo. Me excuso a mi misma por el tiempo… ¡Es que no tengo tiempo! Es la frase que me acostumbré a decir desde que llegué a Chile y retomé la vida normal; dícese de la vida del sedentario en tierra propia, del que ejerce lo que estudió y vive para establecerse.

Mucha gente me pregunta porqué volví. No tengo la respuesta precisa a eso, volví porque quería volver, no hubo un motivo o una circunstancia especial. Y en el volver me dí cuenta que parte del retorno implica no sentirte en casa, porque cuando te vas por tanto tiempo, te acostumbras a vivir de manera efímera, pero intensa en muchos lugares.

Y es que la necesidad de tener un hogar, nos hace querer estar en un mismo lado siempre, y cuando las circunstancias te obligan a moverte, debes crear otro hogar substituto, y así te la pasas viajando, haciendo hogares y amigos transitorios, y viviéndolos como si te fueras mañana, porque en realidad eso es lo que pasa.

Hoy, después de mucho tiempo, me permití estar sola, encuevarme en la casa, leer lo que se me antojaba y comenzar a recopilar las fotos de un viaje que por tres años me llevó a lugares a los que nunca pensé ir.

Así, con la emoción del registro fotográfico de Nueva Zelanda, me convencí; la vuelta me duele todos los días, pero a la vez me reconforta. Volé, navegué, caminé por parajes increíbles, devoré manjares deliciosos, veo los rostros de toda la gente hermosa que conocí, y aprendí la mejor lección de todas; la casa no está en lo material o en la familia, la casa está donde se tiene el corazón, y yo sé muy bien donde y con quien está el mío.


En la punta más austral de Nueva Zelanda, Bluff.


Que tengan un buen viaje,

Tatiana.